martes, 22 de junio de 2010

Autopistas, senderos, simples lineas, o nada.


La complicación de las relaciones humanas.

La complicación de avanzar.

La complicación del cambio.

La complicación de la contradicción.

Y es que estamos condenados a avanzar, a estancarnos o a retroceder, pero al fin y al cabo estamos condenados a algo. A movernos, a pensar, a no hacer nada. A actuar aunque implique no cometer ningún acto. A ver como los caminos se juntan y se separan, y que, por mucho que no quieras separarte del cruce, sabes que el camino del otro está mucho más adelante, y ese cruce deje de significar.

Estamos condenados, en fin, a tomar decisiones. Quizás es nuestra mayor bendición, nuestra mayor contradicción, nuestra triste felicidad. Nuestra vida.

Y cuanto más conscientes somos de nuestros actos, de nuestras consecuencias, cuanto más lejos llega nuestra cadena de pensamientos, más claro y oscuro es todo.

¿De qué sirven nuestros hechos? ¿Nuestros objetivos, nuestro esfuerzo? A gran escala, a escala universal… probablemente de nada. A pequeñas escalas podemos cambiar el mundo. El efecto mariposa contra el agujero negro del infinito. Pero aun así, en nuestro ridículo ímpetu de poner puertas a lo abstracto, ordenar las cosas en tiempo y situarlas en espacio, de que sirve el mundo. Probablemente no de mucho.

Entonces… ¿Qué sentido tiene levantarse otra mañana más? Jugar a ser dios, a ser nadie, a ser feliz, a estar triste, a ser un autómata, a tener miedo, a vencer miedos, a preocuparse, a superarse.

En qué nos centramos, en que el universo se crea en torno a nosotros, o que nosotros somos una ínfima parte del universo. Si es lo primero, todo importa, pero hasta cierto punto… con nosotros mueren nuestros hechos, nuestro propio universo. Si se trata de lo segundo, ni el mayor de nuestros estruendos llegaría muy lejos… ni en el espacio ni el tiempo. Esos conceptos que, a unos miles de kilómetros de aquí, oximorones a parte, no tienen ningún sentido.

Y sin embargo, nos seguimos levantando cada mañana, intentando que todo esto sirva para algo.

Porque, tratándose todo de una contracción con tintes asquerosamente existencialistas, al menos nos queda algo… Intentarlo.


Imagenes:
Crossroad:
The crossroad:
Crossroad: