viernes, 4 de enero de 2013

Melocotón en amebas.



Contexto. Una pequeña charca llena de amebas. En el mioceno, el pleistoceno o el holoceno. Las amebas en cuestión se han mantenido como especie a pesar de la evolución. Vemos el cuadro. Dos millones de protozoos agolpados, confundiéndose unos con otros por su ausencia de barrera celular, por su exceso de fagocitosis. A nuestro ojo (usemos microscopio mental) nos parecerá todo lo mismo. Es todo lo mismo. Mi núcleo está más a la derecha, el tuyo a la izquierda.

Hagámoslo más interesante. Dotemos a estas células de valores, de individualismo, de búsqueda de la libertad, de egalitarismo, necesidad de poder, hedonismo o de fanatismo religioso si os hace gracia; lo que queráis. Magia. Miramos otra vez la charca. Cientos de amebas cargadas de valores diferentes. Cientos de seres unicelulares que siguen siendo exactamente iguales a ojos del mundo.

Dotemos de inteligencia protista a estos seres charcales. Hagamos que estas amebas piensen, que se debatan interiormente entre la filosofía de Nietzsche y la de Tomás de Aquino.  Que sean capaces de contarse entre ellas, de hacerlo con reglas matemáticas. Que tengan un lenguaje interno. Miremos de nuevo, ¿lo mismo, no? Ahora el borde de la charca conforma el marco paradigmático dominante según Kant, pero todos sabemos que las amebas siguen siendo amebas que se ven como amebas.

¿Qué más? ¿Qué más? Podemos darle una agresividad desmedida, y ver como los protozoos se fagocitan brutalmente unas a otras, pero no serán más que unas bolitas acuosas que tiemblan un poco más. Podemos ponerles un micro-lazo rosa, y tendremos un micro-diferencia absurda que nos permita darle nombre a cada una de las amebas. ¿Y el nombre para qué? Seguirán siendo las mismas amebas.

Luego podemos mirar alrededor y ver cabras, vacas, hormigas, a tu madre o a quien te plazca. Esas son amebas más diferentes. Porque en algún momento la ameba los parió a todos, la ameba que dejó de ser ameba, que se confundió, se le cambó la peluca o un gen, o simplemente se planteó (con todo lo que le dimos) especializarse, o utilizarlo para algo.

Y ahora podemos hacer una división: El el mundo hay amebas, y cosas variopintas. (Ay el cosismo)

Nunca vi una ameba borracha quejándose de política. Creo.