Me estaba quedando blanco como un producto Discount y me interesaban cosas como tomar el sol.
No, en serio (no), volviendo. ¿Y si el efecto 2000 hubiese ocurrido realmente? ¿Me apasionaría por la calceta y le pondría jerseis a todo? ¿Haría jabones artesanales en Queixeiro? ¿Mis meriendas serían queique con queso, día sí, día también?
Probablemente mi principal pasión sería ir a los caminos, encontrar un bicho, ponerme de cuclillas y mirarlo mucho tiempo -mientras está quieto por mi presencia- y esperar a que se olvide de mi, para saber como es un bicho siendo él mismo. Después irme aburriendo, sentir calambres en las rodillas, y saber que no tengo yo tanta paciencia como el bicho insinto. Seguir caminando hasta pararme delante de un escáncer, hacer lo mismo, verlo pequeño e inofensivo, y mientras cojo un palo (no era inofensivo?) preguntarme por qué de pequeño me daban tanto miedo. Tocarlo, y en cuanto ese ser lento se revuelve con furia y sale disparado fuera del camino -aterrorizado-, sentir un pequeño infarto y alejarme de allí, por si acaso, huyendo y recordando -pero sin dejar lo de huir- que los escánceres son lagartos sin patas, no son serpientes, no muerden, no tienen veneno y son completamente inofensivos.
Pero el regocijo de ese miedo infantil... ah, eso es otra historia.