martes, 17 de agosto de 2010

La botella.


Enseguida me tacharon de loco, de intento de soñador visionario. ¿Qué sentido tenía hacer algo de tales dimensiones?
- ¿Qué sentido tiene? – Grito de pronto, para comprobar la compañía de mi propio eco.



***

Miraba al horizonte. ¿Qué sentido? Era inevitable recordar todas las botellas que envíe hacia aquella linea lejana. Hacia la nada desconocida. El mejor pozo para la esperanza. ¿Qué hay más allá? ‘’Un pozo’’ Me respondía a mí mismo. ‘’Puedo tirar todas las botellas que me plazca, como piedras en un agujero infinito. ¿Esperando algo de vuelta? ¿Lo qué? Tendría que tirar miles de piedras en un gran hoyo para que, una vez lleno, pudiera recoger tan solo la última.’’

‘’Podría mandar cien mil botellas al horizonte que jamás volverá una respuesta de vuelta. ’’ Tan siquiera mi propia pregunta volvería. Eso escribí en la última. Desde que lancé aquella botella, con todas, literalmente, todas mis fuerzas, todas mis esperanzas, me aqueja un constante y sordo tirón en el brazo. Probablemente psicológico, pero ahí está. Es mi dolor.

Fue con ese tirón cuando me vino la idea. Dejé la vista clavada en el sol, que comenzaba a esconderse bajo el mar. Tras el horizonte.
‘’Si las botellas… si las respuestas a mis botellas no cruzan de vuelta el horizonte…’’

La vista se me empezó a nublar por mirar al astro rey fijamente. Se lo dañino que es hacerlo, pero en ese instante tan siquiera lo pensaba. Era yo, paralizado, sintiendo la línea del horizonte como algo al alcance de la mano.

Segundo tras segundo, la pequeña mancha negra iba en aumento, hasta que pude sentir como un agujero negro me tragaba. Creo que me desmallé. No lo sé muy bien. El caso es que por un instante lo último en desaparecer fueron los extremos de aquella línea infinita y lejana, y sentí, creedme, lo sentí de verdad, estar al otro lado del horizonte.

Allí todo era oscuro, mas lleno de brillos flotantes. ‘’Botellas’’ Debí susurrar tirado en la arena de la playa. De mi cuerpo apenas notaba más que un ligero cosquilleo en las manos. Como cientos de veces en mi vida, lo interpreté como una señal, y, antes de que este hormigueo desapareciera, estiré la mano y agarré algo. Cilíndrico y frío. Sobre lo que vino a continuación no recuerdo mucho más.

Unos minutos más tarde, la bruma empezó a despejarse. Primero en la periferia, luego hacia el centro, podía ver de nuevo. La playa, el atardecer, el horizonte. Tan, tan lejano.

Apreté mis puños. Solo uno. En el otro, había una botella. Me levanté de golpe, con el corazón compitiendo en plena carrera de caballos. ‘’Absurdas casualidades’’ Susurré tembloroso. En cuanto vi que contenía un mensaje me tragué una bola de mis ‘’absurdas palabras’’ en forma de saliva.

Tardé en abrirla. La miré desde todos los ángulos, estudiándola desde fuera como si aquello fuera a revelar algo. Lo único que logré fue una extraña familiaridad con aquel vidrio verdoso.

Por fin saqué el corcho y deslicé el pequeño rollo de papel por la boca de cristal. No acababa de atreverme a abrirlo.

Miré una vez más la botella, interponiéndola entre mis ojos y el sol, viendo el mar, el cielo, el horizonte, todo verde. Tan verde que por una vez, creí entender el verdadero valor de la esperanza. Fui fuerte.

Abrí el rollo, con dedos torpes. Ni me fijé en la caligrafía. Leí.

‘’Podría mandar cien mil botellas al horizonte que jamás volverá una respuesta de vuelta. ’’


Sonreí derrotado. Menuda ironía. Me senté en la arena con la cabeza gacha, y volví a jugar con la botella y el sol, con mi ficticio mar verde.

‘’Si las botellas… si las respuestas a mis botellas no cruzan de vuelta el horizonte…’’

Esa tan siquiera lo cruzó de ida. ¿Por qué seguía intentándolo? Ya había comprendido su inutilidad. No llevaba a ningún sitio. Era, sin duda, un gesto romántico. Nada más. Fue en su momento un pozo de esperanza, pero, ahora… ¿Las mandaba quizá, porque, una parte de mi sabía que jamás llegarían a nada aquellos mensajes? Si lograsen su cometido, ¿qué haría después? ¿Temía cumplir del todo mis anhelos?
Me sentí desolado. ¿Era esclavo de mi propia y falsa esperanza? Un marcapasos con una carcasa de un verde apagado… ¿Cómo había llegado a eso?

‘’Si las botellas… si las respuestas a mis botellas no cruzan de vuelta el horizonte…’’

Era hora de reaccionar. De ser sincero conmigo mismo. Pero… ¿Cómo? Al final era la eterna pregunta, la infinita falta de respuesta. Encontraría otro engaño para mi alma. Para mis principios. Los tendría anestesiados en otro gesto de romanticismo de tres al cuarto.

Dejé la cabeza en blanco y miré el interior de aquella botella, donde el mundo era falsamente verde. Donde era creíble que, más allá del horizonte, me esperaba un mar lleno de mensajes para mí.

‘’Si las botellas… si las respuestas a mis botellas no cruzan de vuelta el horizonte…’’

El sol iba desapareciendo, y con él, el verde se apagaba poco a poco. Mi corazón se encogió.

- No puedo. – Grité a la botella. – No puedo ver morir poco a poco mi propia esperanza. En mis narices – Terminé susurrando, casi al borde del llanto.
Fue justo en ese instante. Viviendo los últimos latidos del mundo verde. Era hora de hacer algo. Algo de verdad.

Me llevaría un tiempo, meses quizás.

Recogí, en los siguientes, bolsillos y bolsillos de arena, que acumulé y guardé de forma secreta.

Busqué un trabajo en una panadería, la más grande de la ciudad, quemándome cada noche ante el calor los enormes hornos industriales.

Visité bibliotecas, fraguas. Me informé. Era probable. Era posible.



***

Todavía puedo ver los rostros incrédulos cuando, de un camión alquilado, la dejé caer al mar. Pero no me importan ni caras ni palabrerías. Ni que me techen de loco. Yo cruzaré el horizonte.

Cojo un poco de aire y en un suspiro, dejo que mi aliento empañe el cristal, el que tinta el mar de verde. En el vaho escribo mi mensaje. ‘’Esperanza.’’

Lo veo borrarse poco a poco, pero no me importa; no necesito palabras. No puedo evitar sonreír. Yo soy el mensaje. Dentro de mi propia botella camino del horizonte
.

2 comentarios:

  1. =) que bueno eres.
    Que conste que por momentos angustia leerlo, es un retrato bastante crudo del típico soñador. Y suena raro decirlo después de leerlo, pero bastante real xDDD dentro de lo que su simbolismo viene a contar.

    me gusta. Aunque alguien debería advertirle que el horizonte siempre estará en el horizonte, aunque de la vuelta al mundo en su botella.
    Pero quizás con el tiempo entienda que el verdadero sentido de la esperanza no era llegar alcanzar el horizonte, sino hallar la motivación y voluntad suficiente para echarse al mar en busca de sus sueños.

    ya se me va la pinza. Asique aquí lo dejo xD

    un saludo desde júpiter. =) jajajaj

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  2. El horizonte no es simplemente algo inalcanzable, pensar eso no lleva a ningún sitio. El veía asi el horizonte hasta que se le ocurrió la idea de cruzarlo en una botella. Porque después de toda una vida viendo el mismo horizonte, ver aparecer nuevos horizontes día tras día son cientos de mensajes que le esperaban al otro lado, con los que aprender y seguir viviendo. La gracia está precisamente en descubrir que no hay uno solo, son infinitos y, si das la vuelta al mundo jamás habrás atravesado una linea, pero, conoceras lo que hay detrás de todas esas marcas ficticias...

    Nunca debemos acomodarnos a la misma linea, pues cada vez nos será más dificil cruzarla.

    Para mi que te angustia porque necesita un buen repaso narrativo, pero, eso ya lo haré otro dia xD

    Saludos desde neptuno!

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