viernes, 14 de septiembre de 2012

Corred.


Cada movimiento que no hacemos hoy, es un movimiento que no podremos hacer mañana.

Por mucho que le duela al mayor de los logros humanos (o el peor), el razonamiento, el significado de la vida de una persona se mide en planes, en conductas y (sí) en último caso, en el valor interno que le da la persona a estos planes y conductas. Pregúntenle a Dan P. McAdams que lleva toda su vida estudiando, en cierto modo, el sentido de la vida.

Pero para llegar al significado, para que lo reflexivo sea útil, primero hay que querer hacer y finalmente hacerlo. Se valora en desmesura a las personas reflexivas, y, sin tener nada en contra de ellas y considerándome algo bastante cercano a ello, creo que no es el mejor camino, o al menos, no el único. Muchas veces pensar implica dejar de hacer.

Evidentemente el hacer por hacer no sirve de nada. Así, el tiempo huye sin ningún significado. Mirémonos reflejados en las pantallas de los ordenadores y entendamos. Pero eso es otro asunto. Necesitamos un orden. Es absurdo ver como todos los días y  frente a nuestras narices estamos desaprovchando el tiempo, vivimos en el aburrimiento o nos quejamos de lo que en realidad no es el ojo del huracán.

Me descubrí hoy en una situación extraña. Deambulando entre el pasado y el futuro. Pensando en lo que no hice y pensando en lo que haré más allá de la situación más presente. El pasado arrepentido y el futuro nublapresentes son dos de mis mayores demonios. Cuando se juntan, uno empieza a lamentarse. Lamentarse es horrible, patético, una especie de periodo de rebajas de la estima humana. Los errores se convierten en gigantes liberados por uno mismo, a través de algo asi como un movimiento patoso que rompe la verja equivocada y desola a toda la aldea que rodeaba la inmensa jaula. Todo condenado a la devastación. Metáforas. Entonces uno se vuelve un ser compensatorio. Elimina el futuro cercano para reconstruir su aldea y hace planes de pura bondad y nobleza para el futuro.

Pues no. Aqui no hay gigantes ni aldeas destruidas. Einstein me permite aplicar la relatividad y entre error y acierto se borra toda línea. Queda planear, actuar, hacer.

La reflexión es necesaria, lo innecesario es todo pensamiento del que, pasado mañana, o no nos acordamos, o lamentamos.

Respecto a los demonios. Corred. No es una huída. Correr los mata. Pensad en las endorfinas que libera la escapada.

Nada más.

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