sábado, 20 de febrero de 2010

Voluntad de crear, o danzar.


Pregúntense, damas y caballeros, como comienza. ¿No es increible? La voluntad de crear y ser un dios más durante el instante que -por supuesto- nosotros mismos elegimos.

Porque, he ahi el asunto... y esque cualquiera puede cear y por lo tanto todos estan en su derecho de endiosarse por unos instantes.

Suena la primera danza Húngara, de Brahms. En ella es imposible no sentir ese impulso emocionado, incoercible del que no solo pudo crear, sino que tuvo la voluntad de hacerlo.

Y es que crear comienza por creer, pero termina mucho -creeme, y por eso no estarás creando poco más que un primer vinculo de confianza- mucho más allá. Cada palabra, o nota, enmienda o arreglo... Cada -me grita la antítesis- pequeño universo.

Nada se creó en voluntad sin haberse terminado.

Asique que hoy, me propongo ser dios por unos instantes, aun cuando tremendo ego resulte deleznable -como el débil vínculo antes creado-. Y sólo lo hago porque -hasta uno se adelata a sí mismo- un blog realmente, no tiene final.

(Pero ¡ah! Que bien sienta)

Suenan los últimos compases; la danza húngara se cansa. Salgo. 3 y 25 de la madrugada, ya no llueve, parece que por hoy, las nubes terminaron su obra. Eso me recuerda que Febrero es el mes que dibuja las mejores arquitecturas celestes. Po supuesto, ni la noche ni las farolas dejan regocijar mi mirada, pero sonrío igual; no ver los castillos no implica su inmediata no existencia.

Y es que no me olvidé, hoy soy un poco dios...

Se acaban las impetuosas cuerdas. Fin del baile.

Amontono unos tueros sobre mi brazo; al fin y al cabo salí para eso. Entro. Vuelvo a llenar la cocina de leña, para que, en principio, otros encuentren algo de calor -aunque sea inhumano- a su llegada.

Mientras prenden las llamas es facil pensarlo: lo que antes fue un árbol, ahora solo será calor, y peor aun, ajeno y -grita de nuevo la antítesis- frío. Es más sencillo decirlo, arderá; los dioses tambien destruyen y juegan al caos.

Lo que no es tan evidente, porque siempe nos quedamos con lo malo, es que mientras duerma, la chimenea hará de hormigonera de mi propia arquietctura; Febrero ha de seguir siendo el mes de las nubes.

(Y todo dios necesita una utópica morada)

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