Acaba de entrar Chavela Vargas en la habitación; con sus gafas de sol tapando los ojos de paloma negra, su pelo recogido, y su poca altura disimulada en un rebozo rojo con motivos geométricos negros y bláncos. Sí, se que esta muerta, pero aquí abrieron la puerta y era la bendita señora con la presencia de una tormenta local, sin áura ni lucecitas. Persona-persona.
"¿Que estás haciendo caraja? ¿No te diluiste ya bastante de tanto esperar? Espabílate mijo, que te vas al matadero".
Y tal como entró se fue.
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